Es el primer paso para una correcta conservación en el tiempo. La prevención consiste en poner en acto una serie de precauciones dirigidas a la manutención del objeto y al seguimiento periódico de sus condiciones de conservación, en relación también con el contexto climático específico del espacio en el que se expone.
Se indican a continuación las sugerencias para conservar correctamente las pinturas que tenemos en casa, con el fin de evitar daños y problemas que nos obliguen a asumir los costes de una restauración.
Quien tenga en casa pinturas y desee conservarlas correctamente tiene que evitar su exposición a la luz directa de una ventana, su colocación encima de un radiador o sobre la campana de una chimenea. En efecto, la luz directa acelera la oxidación de los aglutinantes y el calor seca y aridece las capas pictóricas. De igual manera el calor de un radiador, ascendiendo, se carga de polvo y de partículas contaminantes que se depositan sobre la superficie pintada. En el caso de que una obra esté colgada sobre la campana de la chimenea, puede pasar que con el tiempo aparezcan manchas blanquecinas debidas al depósito de la ceniza que el aire caliente lleva en micropartículas sobre la superficie pictórica y por consiguiente a amalgamarse con las altas temperaturas.
En el caso de que sus cuadros al óleo estén “protegidos” por un cristal, hay que asegurarse de que el cristal no esté en contacto directo con la pintura y que en su superficie no aparezcan halos blanquecinos o pequeñas manchas circulares. Se trataría de fenómenos de condensación o de hongos muy dañinos para la superficie pictórica. Es este caso se sugiere dirigirse a un taller de restauración.
En el caso de que la pintura no tenga un cristal, sugerimos no quitarle nunca el polvo con un plumero convencional o con un paño húmedo. En efecto, si hubiese partículas de color despegadas de la superficie pintada (aunque sean difíciles de detectar a simple vista) recibirían un impacto que podría hacer que se desprendiesen y se creasen huecos de color. El paño húmedo podría matear los barnices y eliminar eventuales restauraciones. En ambos casos aparecen sobre la superficie pictórica manchas claras u obscuras.
Si se desea quitar el polvo de la superficie, se puede pasar muy delicadamente un plumero de plumas de avestruz.
Si se observa la superficie de una pintura con luz rasante, se puede detectar la presencia de craquelado o de levantamiento de las capas pictóricas que, en caso de ser muy acentuados, hacen que esta se deba entregar a un taller de restauración.
Si tienen Ustedes pinturas sobre tabla y notan en la pintura misma o en el marco pequeños orificios de carcoma perfilados de blanco y con derrame de polvillo, es muy probable que la puesta haya tenido lugar recientemente y que al inicio de la primavera se desarrollen las larvas.
Si tienen Ustedes pinturas sobre lienzo con una superficie irregular o deformada, esto significa que la tela ha perdido tensión y que, si esta situación se prolongase, se pueden producir daños en la capa pictórica. También en este caso es importante dirigirse a un taller de restauración.